30 jul 2006

Ahogo

Parece tan difícil explicarlo, cuando el interlocutor no comparte la carencia: necesito vivir en un paisaje, necesito tener un horizonte. Necesito el campo en mis ventanas, la tierra bajo mis pies, no un jardín sino la tierra. Estos retazos de suelo domesticado que abonamos y pulimos y adornamos en urbana pretensión de naturaleza, no son más que el recordatorio del paraíso perdido, un sustituto pobre y envilecido, un patético intento de preservar la humanidad en medio del hacinamiento.
Tal vez cuando la primavera renueve brotes y las ramas despunten vida, pueda reconciliarme con las limitaciones del jardín. Pero no creo: esto no es un reclamo de flores, sé apreciar la austera belleza del invierno, las estaciones me seducen por lo que son. Es el encierro entre paredes, las demasiadas horas respirando hollines, la falta de horizonte, la carencia de montañas, los pájaros anidando en postes y posándose sobre cables, el empeño en podar y reducir para que lo verde no estorbe lo seco, ese sol que se pone día tras día sin que yo lo vea, el ruido de fondo permanente que anula el silencio y lo torna utópico.

La ciudad me está matando.

Noticias

Primero, quiero anunciar que pronto empezaré a postear imágenes. Me está resultando demasiado monótono este blog tan seco, tan despojado, tan abstemio. Y tan poco parecido a mí...

Luego, comentar que registré el blog en
ArgenBlogs, el nuevo Directorio de blogs argentinos. Una buenísima idea. Anduve mirando, y ya encontré muchas cosas interesantes.

Después, propongo que se den una vuelta por El bosque de los signos, y lean el hermoso poema que posteó Inx. Se llama
Alrededor de la sangre, y es muy muy bello.

Finalmente, creo que debo adoptar la conducta que
Lola le sugirió a Zoe cuando salían del cine, y la nena quería entrar inmediatamente a ver otra película. Mi caso no es ese, pero sabrán comprender que debo considerarlo un consejo pertinente: “...hay que tranquilizarse, respirar profundo, caminar más despacito, dejar que las emociones se acomoden y podamos volver a nuestro lugar.”

Estoy en eso. Como verán, ayer navegué blogs todo el día, me lo pasé enfrente de la compu y no hice nada más. Hoy ya estoy harta de encierro, así que posteo esto, y alguna cosita más, y me voy al jardín a tomar sol y sentir frío y leer.


28 jul 2006

Si

Si por lo menos no pensara en vos cada minuto.
Si por lo menos no me acordara de vos cuando estoy sola.
Si por lo menos me olvidara de vos cuando hablo, cuando camino, cuando sueño.
Si por lo menos no te me aparecieras cuando estoy en la cama con otro.
Si por lo menos no fueras único.

Si por lo menos no fueras el mejor.
Si por lo menos no hubiera más tormentas.
Si por lo menos no anduviera más de noche por autopistas.
Si por lo menos no hubiera poemas ni canciones de amores perdidos.
Si por lo menos no hubiera estado escrito.
Si por lo menos nos hubiéramos traicionado.
Si por lo menos no me hubieras hecho feliz.

Si por lo menos no te quisiera tanto.

26 jul 2006

Porvenir

No habrá trampas
que el tiempo no nos tienda.
Seremos uno en el camino,
o dos en la derrota.
Veremos cada pozo, cada huella,
cada brizna de ceguera obsesionada.
Aprenderemos las formas de lo nuevo
inventaremos lo que haga falta
tendremos paciencia.
En algún momento, sabremos
que se puede vencer
sin resistir.
Escucharemos las voces que nos hablan,
ignoraremos las palabras vacías,
tendremos nuestra verdad
y callaremos.
No hará falta explicar,
no pediremos reconocimiento.
¿Qué mejor ceremonia que la propia,
qué canción más acertada que la única?

16 jul 2006

Opus

Fue breve, fue intenso, fue bello como pocas cosas en la vida. Como todo en la vida, terminó.
Una vez, escribí: “Cada final se construye de los momentos vividos, y en proporción a ellos alcanza su belleza.”
Podemos estar tranquilos, entonces, porque nadie lo pudo haber hecho mejor. Hemos sido perfectos amantes, hemos alcanzado ese cielo, hemos cerrado todo con un final digno de todo lo vivido.
No nos ha quedado ni un rencor, ni una cuenta impaga, ni una herida. Sólo esa belleza, latiendo en nosotros para curar el desgarro que la distancia abrió.

Valió la pena.

8 jul 2006

Decisión

Aquí, desde este lugar,
no es posible desmentir.
Entonces se acumulan las dudas
y vacilamos, vacilo ante su peso.
No es nada,
habrá respuestas.
Todo encontrará su por qué
y su cómo,
su ajuste,
su desvío.
Se irá más allá de todo, más acá de lo viejo;
se verá manera,
se podrá.
No habrá imposible que valga,
no habrá duelo,
no se perderá nada.
Los caminos sólo son míos
cuando yo los creo,
y con cada paso me acerco,
no cedo,
no abandono,
te busco para encontrarnos,
te llevo.
Será o no, no importa.
Nadie dirá:

“No lo ha intentado”.

5 jul 2006

Words

Interminable bitácora...

No hay forma de evitarla: la vida requiere testimonio, tanta volátil levedad necesita un ancla, una piedra que le dé peso y la coloque en la dimensión del tiempo, atravesándolo.

No hay duración sin registro, no queda nada, ni polvo, ni ceniza, ni humo, ni aroma. Frágil, la memoria, tan leve como el ser, se va con él.

Se escribe, entonces, como se respira. Y así se vive. Y el yo apuesta a la supervivencia, a la trascendencia (ese sucedáneo barato de la inmortalidad), depositando tanta expectativa en la palabra, construcción leve si las hay.

Pero en las palabras yace el sentido, se oculta el miedo, se prepara la pelea. Las palabras son todo, el pensamiento, la decisión, la memoria. Somos la palabra, y la palabra nos hace.

2 jul 2006

Movimiento

Entre la palabra dicha y la perdida,
entre la callada hora solitaria
y el silencio poblado de misterios,
existe un territorio inexplorado
pleno de sonidos amorosos,
de canciones suaves y tranquilas,
de poemas ajenos y apropiados,
de pensamientos libres y viajeros.
Un incierto y vago temor
raya la perfección
de la transparencia,
y hace visible lo que no lo es,
demostrando la belleza de lo raro.
Y sin entender, algunos quieren verlo;
sin entender, hay quien cree que sabe.
No se presta el saber,
no se transfiere.
Hay un tiempo y una vida y un camino
que llevan hasta ahí.
Por otros medios, se llega a otros lugares.
Sólo ciertas victorias autorizan
a desafiar mandatos ancestrales,
sólo ciertas batallas ya peleadas
liberan territorio para el paso.
Y es el miedo,
que exige su derrota,
el impulso que mueve la vida.