25 sept 2006

Reencuentro


He vuelto en paz
tras habernos encontrado
tan breve
y profundamente.
He vuelto
trayendo más de lo que llevé,
más rica
y con menos carga.
He vuelto
con más deseos que al irme,
más segura
y con menos certezas.
He vuelto
a buscar lo necesario,
con hambre y con sed,
pero saciada.
He vuelto
a hacer lo repetido,
lo preciso
para cambiar todo.
He vuelto
lista, completa,
inacabada.
Envuelta en tu abrazo y sola,
he vuelto en paz.

23 sept 2006

Pruebas

He vuelto. Terminaron las vacaciones, que fueron tan buenas como lo esperaba. Muchos kilómetros, lugares soñados, reencuentros cálidos, intensos, fugaces. Montañas, soles, nieves, vinos, cielos.

Para que vean que realmente existe, acá está la foto del Camino del Medio que encontré la otra vez que estuve allá (esta vez fui más previsora, y llevé la cámara para documentar el asunto)

Ésta es la foto de mi rodilla mientras volaba en parapente.



Y así quedó mi auto después que me lo chocaran en un camino en el que me perdí. Así que al final, volví a Buenos Aires en camión porque la rueda quedó torcida y hubo que remolcarlo.
La verdad, en estas vacaciones no me privé de nada.
Pronto este blog retornará a su actividad habitual. Todavía estoy un poco holgazana; el ocio crea adicción rápidamente.

11 sept 2006

Tiempo presente

Entraron, subieron la escalera. Antes aún que llegaran al tope, los saludó la música. Tardó unos instantes en reconocerla, en tomar conciencia: “Qué oportuno”, pensó, “justo tenía que ser Sabina”. No es que a ella le gustara. Pero le gusta a él. No al de hoy, al otro, al que ni siquiera intenta olvidar. Al que sigue con ella, aun estando tan lejos... Por algunos segundos no prestó más atención a la música. Sus ojos recorrieron la habitación, la decoración pretenciosa pero infrecuente en un fresco azul y blanco, algo barroca, bastante agradable. Dijeron algo, nada importante, sólo para despejar la breve incomodidad inicial. Segundo encuentro, todavía no hay familiaridad en la situación, todavía muchas cosas son una incógnita.
Él se acercó, la abrazó, se besaron. Cerró los ojos, y cuando dejó de mirar, volvió a escuchar: “...en otros ojos me olvidé de tu mirada”, cantaba el español. “Sí, qué oportuno”, pensó ella, y recordó otra boca mientras ésta la besaba.
Fue una noche muy larga. Cuando amaneció, se vio el pequeño jardín a través del ventanal, el cielo, las azaleas florecidas.
Sonrió. Movió su mano para acariciar el cuerpo a su lado.
Sabina no había vuelto a escucharse en toda la noche.

8 sept 2006

Llegó el día!


Me estoy yendo. Hace dos días que me estoy yendo, pero recién parto mañana. Horriblemente temprano, para llegar a tiempo de salir a pasear la noche de sábado.
Es todo, tengo que terminar la valija y un montón de cosas más.

3 sept 2006

Los títulos

(Sigo intentando, tercamente, subir una imagen a este post, y Blogger, más tercamente, sigue sin permitírmelo)

Siempre he tenido una cierta fascinación por los títulos. Me encanta pensarlos, o más bien dejar que vengan a mí cuando he escrito algo: releo el texto, dejo que se convierta en sensación, me abstengo de procesos intelectuales, hago que flote y me atraviese, y el título surge, de pronto, como algo perteneciente al texto, no a mí. Algo que el texto quiere para sí mismo, que pide; a veces su esencia, pero a veces simplemente su rasgo más fuerte, o incluso el resultado de alguna asociación inconsciente o afinidad particular que probablemente quede oscura para todo lector.
Si alguna vez intento “poner” el título yo, el texto se resiste, nunca lo acepta, y el asunto queda ahí, encaramado por encima, pero siempre ajeno. Por eso, el título casi siempre es posterior al texto, rara vez lo precede.
Siempre ha habido títulos que me resultaron fascinantes, con independencia del contenido al cual se refieren. De novelas, de películas, de capítulos de libros, de cualquier cosa.
Recuerdo que siendo chica me encantaba el de una novela de Françoise Sagan: “Un poco de sol en el agua fría”. No leí la novela, ni entonces ni después. pero nunca olvidé el título, pleno de imágenes sugerentes, de asociaciones sensoriales, rico, expresivo.
Algo más tarde, fue “El incendio y las vísperas”, otra novela, esta vez de la argentina Beatriz Guido. Éste se me hace presente cada vez que alguna situación está levantando temperatura y presión, cada vez que algo parece inminente y promete conflictos intensos; cada vez que se incuba una situación explosiva. Y también cuando la explosión ocurre imprevistamente, y luego se hace evidente que hubo signos, señales de advertencia, casi siempre ignorados o no percibidos. Parece reflejar en dos palabras tantas situaciones diversas pero conectadas por esa idea subyacente de cosa que se va gestando, sin que nadie lo sepa, hasta que el dramático desenlace pone en evidencia que hubo una preparación, que hubo unas vísperas como en realidad las hay para todo, si sabemos buscar y mirar.
Hubo un título de un breve capítulo de un libro de Embriología, en mi primer año de medicina: “Mosaicos y quimeras”. Nunca importó que yo supiera que se refería a unos raros trastornos genéticos, generalmente incompatibles con la vida: el título tuvo siempre para mí vida propia, una fuerza poética incontenible, y persiste en mi memoria aunque ya no estoy segura de quién era el autor del libro. Será tal vez por su asociación con el arte y la mitología, que me evoca sucesos misteriosos, objetos bellos, historias fascinantes. No sé. Pero he pensado, más de una vez, que me gustaría escribir una novela, preferiblemente de ciencia ficción, y llamarla así.

2 sept 2006

Ocupación

Lentamente se van achicando los territorios que ocupás, tu espacio, tu lugar ganado a fuerza de pura pasión y sexo y lujuria, pero también de ternura; ese espacio que ambos conquistamos en el otro y disfrutamos en largas noches de verano prolongado en otoño.
Se achica la intersección de nuestras vidas, se hace transparente, se esfuma en cristales borrosos y frágiles. Lentamente me vas dejando, me recupero liberada de tu dominio, nuevamente señora de mis días y mis noches. Busco en otro lo que finalmente me negaste, entrego a otro lo que tuviste, recibo, doy, encuentro.
La vida ofrece, y tomo. La vida se complace en su variedad, en su infinita diversidad, y en anticipada primavera florezco, acepto, dono.
Nada queda por decir, tal vez. Pero aún hay espera. En la simple posibilidad de un después se anula toda retirada, todo abandono se cancela.
Señor de la guerra, conquistador, ¿crecerá alguna vez la hierba por donde has pasado?