31 dic 2006

Colibrí

¿Y qué hago si un colibrí hace cosas que no hacen los colibríes?
¿Si luego de pasear por las flores de mi jardín curiosea hacia el interior de mi casa mirando a través de las ventanas, primero las cerradas, después las abiertas, flotando en el aire frente a ellas?
¿Si luego se acerca a mí, que desayuno junto al ciruelo, y poniéndose temerariamente al alcance de mi mano me observa con atención, durante un tiempo larguísimo, desde varios puntos a mi alrededor?
¿Si luego se posa en una rama del ciruelo desde donde parece seguir mirándome?
No pude evitarlo: a él le gustaban tanto los colibríes, sentía fascinación por esos pajaritos minúsculos. Cuando se estaba muriendo, sentada a su lado pensé que los colibríes me lo recordarían, como si él fuera uno de ellos. Así que, mientras lo veía volar entre las gotas del aspersor que regaba el jardín, y subir, bajar, alejarse y acercarse haciendo su ruidito tan particular (“prriiik, prriiik”); mientras volvía a acercarse a mí e inspeccionarme desde medio metro y varios puntos de vista, lloré. Después de tanto tiempo, volví a llorar por él.

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29 dic 2006

Lo que no se termina


Después de tantos días, cuando pensaba que debería escribir algo para colgar acá, pobre blog tan abandonado; mientras recordaba lo que escribí hace un año y reflexionaba que el que termina pasado mañana ha sido uno de los años más excepcionales y felices de mi vida, y que lo bueno es que el que empieza lo hace con todo lo necesario para ser mejor todavía...
Resulta que hay dos nuevos desaparecidos. Después de 30 años y nada de justicia, nuevamente desaparece gente por causas políticas en nuestro país, y el enojo me sacudió como un terremoto. Sentí que el suelo bajo mis pies no es firme, que los techos sobre nuestras cabezas corren riesgo de desplomarse, y una vez más la impunidad y la corrupción de nuestros dirigentes me recordaron que en la Argentina, hoy como hace 30 años, la vida no vale nada.
Me enfurece que mi hijo tenga que estar peleando hoy por las mismas cosas por las que su padre y yo peleábamos cuando teníamos incluso menos edad que él. Me enfurece haber dado tanto para nada. Me enfurece la frivolidad de los políticos, la torpe obsecuencia de los periodistas, y la casi certeza de que todo seguirá igual.
La Historia es lenta para mis deseos, y la Justicia, acá y en todas partes, una discapacitada siempre ausente.
Feliz Año Nuevo para todos.

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