13 oct 2005

Especies

Mi gata me conmueve a veces. Se pone en el fondo del jardín, bajo la luz tamizada por las ramas de un arbusto, y duerme. Quieta, relajada, durante horas. Una mancha gris, suave, redondeada. Tan, pero tan suave y relajada, que parece imposible creer en 20 uñas como estiletes afilados, en músculos poderosos, y en un cerebro tan experto en calcular trayectorias y medir impulsos que a su lado parecemos una bolsa de cascotes arrojada cuesta abajo.