19 ene 2007

Primero


Nada he escrito para vos,
todo he callado.
Para vos,
amante, lobo solitario,
he dispuesto el silencio.
Hasta que te has vuelto
luz y sombra,
hasta que he perdido la cuenta
de las mañanas
que nos vieron juntos.
Y ahora
que me he acostumbrado
a tus ojos moros y tus labios;
ahora que tu cuerpo y el mío
se conocen tan bien
sin dejar de explorarse;
ahora que descifro
tus claves y tus intenciones;
ahora que te espero
como hace mucho tiempo
que no he esperado a nadie...
Ahora escribo,
doy testimonio,
pregunto:
¿Cuánto habrá en esto
de roca,
cuánto de perfume?
¿Será madera para mesa
o para leña?
¿Navegará por igual
las tormentas y las calmas
o naufragará en un mar de aceite?
¿Será final o principio?
¿Borrará alguna vez
las marcas del fuego
que ardió antes por otro
y no se apaga?