27 sept 2009

Basura

Iba trotando, feliz, por el medio de la plaza. Recién remodelada, todo nuevito, prolijo. Era una tardecita soleada de hace unos días. Cuando salgo a trotar, no llevo mp3: tengo los oídos despejados, porque se oyen pájaros, y porque además no quiero interferencias con el curso de los pensamientos. Ideas, más bien; ideas que pasan flotando por el foco de la conciencia y siguen de largo. Es un estado mental maravilloso, que sólo logro en esos momentos mientras corro. Deben ser las endorfinas, pienso, y qué bueno que existan.

Y de pronto, una voz de mujer mayor, agria, filosa, desagradable, penetra ese refugio mental diciendo:

¡Un tiro en el medio del pecho habría que darles! ¡Esos tipos no tienen remedio! ¡Mirá lo que hacen!

Idea que pasa por mi cabeza, fugazmente: ¿De qué habla? ¿Un violador?

Sigue la vieja espantosa, caminando por la plaza junto a otras tres viejas que hablan más bajo:

¡Porque mirá que tienen ahí los tachos para tirar la basura, y van y tiran los papeles en cualquier parte! No hay educación, no les importa nada. Hay que pegarles un tiro en el pecho a todos.

Y todavía me persiguen su voz y sus palabras terribles. Digo yo, ¿dónde, cómo, cuándo, algunas personas pierden así la brújula y se desorientan tanto?

¿Cómo es posible que los valores estén tan confundidos, que a una mujer le parezca sano, normal y moral matar a la gente por no usar los recipientes de residuos?

¿Cómo es posible que haya gente tan estúpidamente peligrosa?

Porque esa tipa no mata al desprolijo, pero se engancha en cuanto discurso fascista anda dando vueltas, y de un modo o de otro se las arregla para joderle la vida a mucha gente.