Nueva etapa
Se fue. Desarmó su cama, acomodó su ropa en la valija que le presté, sus pilas y pilas de CD’s en cajas, cargó parte de sus libros, su televisor, su computadora y su equipo de audio en el auto y un flete, y se fue.
Se llevó su vida para vivirla en la casa que alquiló con dos amigos. La conocí un par de días después: me pareció lindísima. Y los envidié un poco, claro. Pero fue muy extraño ver sus cosas allí, las mismas de siempre en un lugar diferente, en un cuarto suyo que no es su cuarto, pero es.
Así que ahora mi hijo ya no vive conmigo… ¡Y qué agridulce sensación me produce!
Porque, más allá de los recuerdos, las razones, las necesidades y las ventajas, hay algo más encerrado en todo esto: por primera vez en mi vida, voy a vivir sola.
Increíble aventura, tan demorada y sin embargo, bienvenida. Me gustan los comienzos, los cambios, las nuevas experiencias; me gusta percibir el flujo de la vida y sentir que estoy bien en medio de él. Así que brindo por los hijos que crecen… y las madres que también.
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