Nueve años

Un silencio mínimo y misterioso.
La melancolía de las horas vacías. El recuerdo: la mano, la piel, la voz. El alma buena.
Un fruto negro y amargo. La sal que cura. La sal de las heridas.
Y él abajo, siempre, polvo al polvo, raíz, semilla.
Él cansado, ido, sin paz, derrotado.
El terrón deshecho, la ceniza fría, la sombra del olivo.
Ninguna esperanza, ningún anhelo. Lo que terminó, y lo que nunca se termina, lo que quedó en pie, lo que van derribando los vientos y los días.
La ruina que el tiempo perdona.
Un lugar en el mundo, ese lugar, para siempre.
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