30 abr 2006

La despedida

No es que no quiera contar el final. Ni que acaso sufro en silencio. Ni mucho menos, que las lágrimas me impidan ver el teclado.
No hubo final. Estoy feliz. No lloro.
Nos despedimos, sí. En una ciudad extraña para mí, familiar para él. Nos despedimos como es debido, con ternura, con sexo, con café, con terminal de micros y equipaje y todo eso.
Ahora yo estoy en casa, y él en otra ciudad, extraña para él también.
Dijimos: “La próxima vez, será allá”
Y no sabemos cuándo será la próxima vez, pero sí que los dos queremos muchas próximas veces.

Suficiente para mí.