5 jul 2006

Words

Interminable bitácora...

No hay forma de evitarla: la vida requiere testimonio, tanta volátil levedad necesita un ancla, una piedra que le dé peso y la coloque en la dimensión del tiempo, atravesándolo.

No hay duración sin registro, no queda nada, ni polvo, ni ceniza, ni humo, ni aroma. Frágil, la memoria, tan leve como el ser, se va con él.

Se escribe, entonces, como se respira. Y así se vive. Y el yo apuesta a la supervivencia, a la trascendencia (ese sucedáneo barato de la inmortalidad), depositando tanta expectativa en la palabra, construcción leve si las hay.

Pero en las palabras yace el sentido, se oculta el miedo, se prepara la pelea. Las palabras son todo, el pensamiento, la decisión, la memoria. Somos la palabra, y la palabra nos hace.