2 jun 2006

Sin olvido

Escucho “Crimen”, el tema de Cerati, y lo odio. Odio escucharlo cantar lo que yo no quiero aceptar. Odio que lo diga con música, desde la radio, como si se tratara de un asunto de dominio público.
Odio que se haya terminado, que lo que era ya no sea, que el futuro no esté escrito por mí, que no haya garantías.
Odio no tener el poder de hacer que las cosas sean como yo quiero.
Odio extrañar, y tener la certeza de que no me extraña.
Odio que la vida me dé un papel pasivo, y sentirme pintada ante el devenir de las cosas. Odio que las decisiones sean de otro, o de nadie. Odio que no basten mi voluntad, mi deseo, mi necesidad para que las cosas ocurran como las imagino.
Odio la palabra imposible, los finales prematuros, las ilusiones descartadas, las pérdidas.

Y todo ese odio desparramado, desaparecería por completo si acaso, simplemente, pudiéramos seguir amándonos.